El 15 de mayo se celebró el Día de las Familias, es decir, el día de todas nosotras, aunque los nuestro sea simbólico por un lado y castigado por otro.
¿Para qué sirve un Día de las Familias a parte de para algún acto institucional y para las declaraciones políticamente correctas y lisonjeras de lo importantes que somos las familias, cómo soportamos las penurias económicas, cómo somos el colchón social que amortigua la pobreza creciente y bla, bla, bla…?
La verdad, llana y simplemente, es que no sirve para nada más.
La política actual de recortes es un ataque claro y directo contra nosotras, porque se suprimen servicios sociales básicos, se recorta en educación pública, en sanidad, y la conciliación de la vida laboral y familiar desparece.
España jamás ha tenido una política especifica de familias. Siempre han presumido los gobiernos de turno de que las políticas familiares en España eran los servicios sociales, la educación pública, la sanidad, que se cuantificaban en no se cuántos millones de euros.
Por eso, las “reformas” nos están dando la puntilla a las familias, y especialmente a las monoparentales, ya que vivimos en un limbo jurídico, y además somos las más penalizadas fiscalmente. No lo decimos sólo nosotras, sino también los estudios que se hacen sobre fiscalidad y familia. El último que conocemos es uno de Acción Familiar, y una de las conclusiones más claras que salieron a la luz es que la familia monoparental es la más castigada por el IRPF.
Vamos, que a nosotras nos dan el matarile.
