Que felices estamos, tenemos una emoción que no podemos contener, después de 40 años de activismo con el lema: “no somos una familia incompleta, sino una propia y autónoma, que vive en un limbo jurídico, social y económico”, o dicho de una manera más simple: “somos familias invisibles”.
De repente, empezamos a leer noticias esperanzadoras, en la nueva Ley de Familias, las monomarentales, vamos a ser reconocidas como familias. ¿Será posible que en estos tiempos tan modernos que vivimos, se haya hecho realidad la utopía de las madres solteras que fundaron Isadora Duncan, se cumpla? Con los ojos brillantes por la emoción contenida, nos fuimos a la fuente, Gobierno de España, para leer la nota de prensa esperando encontrar vestigios de que no es una quimera para el 85%, de los casi dos millones de familias mono y que por fin vamos a ser reconocidas como familias.
Esto es lo que hemos visto referente a nuestras familias y destacamos estos puntos:
- Las de dos descendientes tendrán la categoría de familia numerosa (ya veremos, qué categoría).
- Las víctimas de violencia de genero con dos descendientes ¿5 años?
- Las familias que tengan en exclusiva la guardia y custodia ¿sin derecho a pensión de alimentos?
- “Familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza”
- En los reconocimientos jurídicos citan las parejas de hecho.
- Todas estas medidas “benefician” exclusivamente a quienes tengan al menos 2 hijos ¿y el resto?
La exaltación del momento no nos dejaba ver la letra pequeña que siempre llevamos con nosotras cuando se legisla, pero vaya soponcio que nos dio la bajada; seguimos igual, en ese limbo perpetuo, qué sigue profundizando las desigualdades con el troceo del colectivo.
Si cumples los requisitos de esta nueva yincana, puedes y si no los cumples, ya sabes, eres solo un número en la semántica. Si las familias mono beneficiaras van ser en número, las mismas que las desgravaciones fiscales, están de nuevo legislando para el 1% del colectivo, olvidando una vez más al 70% que tienen un solo descendiente.
Ah, la semántica, qué jugadas se gastan con las familias mono y que rentable es el marketing político.
¿Será que la utopía de Isadora Duncan se está convirtiendo en una distopía?