El viernes 18 de Julio tuvo lugar en la ciudad condal una sesión de debate en la que se hicieron públicos los primeros datos del Informe de Salud de la Inmigración elaborado por la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB).
En la jornada, que contó con la presencia de diversos técnicos de la agencia y otras autoridades del Ayuntamiento, se adelantaron una serie de datos estadísticos que se harán públicos esta semana.
La población inmigrante de Barcelona alcanza ya el 16% del total, siendo sin duda una de las ciudades con mayor porcentaje de personas provenientes de otros países.
En el informe se pone de manifiesto que, en general, las personas extranjeras acuden menos al médico que las autóctonas, si bien la percepción de los médicos es que las personas provenientes de Sudamérica son las que más aprovechan la sanidad pública.
Según declara Isabel Ribas, presidenta de la ASPB, lo que se desprende claramente del estudio es que “las desigualdades de género o clase” afectan enormemente a las mujeres inmigrantes. Así por ejemplo, el 34,5% de las mujeres provenientes de países en vías de desarrollo han sufrido deficiencias nutricionales y alimentarias, ya que alguna vez han tenido que recortar los gastos en alimentos. También padecen más enfermedades crónicas que sus compañeros inmigrantes y que las mujeres españolas, siendo sus principales dolencias la migraña, la depresión, la ansiedad y el dolor de espalda.
En el estudio, realizado a partir de 6.000 encuestas, se recoge que el 39,5% de las mujeres inmigrantes trabajan fuera de casa al mismo tiempo que hacen en solitario las tareas domésticas. El número de abortos es superior en 2,8 puntos al de las mujeres españolas, pero con excepciones como las chinas y las argentinas, que se acercan mucho más a las estadísticias autóctonas. Las madres inmigrantes usan menos los servicios sanitarios durante la gestación, como visitas y ecografías.
Tienen los pulmones más sanos, pues son fumadoras en menor medida que las españolas, aunque el índice de afectados por la tuberculosis entre la población inmigrante de ambos sexos es mucho más alto que entre la población autóctona, ya que están mucho más expuestos a la enfermedad debido al hacinamiento por la sobreocupación de los pisos.
Entendemos que lo que se desprende de este estudio es una realidad muy dolorosa: la circunstancias de las mujeres inmigrantes, la doble discriminación como mujeres que sufren el machismo, por un lado, y como miembras de un colectivo que padece con enorme virulencia la precariedad y la explotación laboral, por otro, afecta a su salud, a sus expectativas de vida y a sus derechos humanos.