Artículo publicadoen el diario El País que habla sobre los embarazos y la maternidad en adolescentes a través de un estudio.
La psicoanalista Laura Kait estudia el embarazo adolescente a través de jóvenes gestantes de una residencia tutelada.
No eran aún mujeres y fueron madres. O al menos tuvieron que decidir con 16 o 17 años no ya si deseaban serlo sino si querían o podían. Más del 50% de los embarazos adolescentes se salda con una interrupción voluntaria de la gestación. En Cataluña, el porcentaje alcanza a más del 65% y en Madrid, en torno al 55%. La comunidad balear se haya a la cabeza de las interrupciones, junto con Cataluña, Madrid, Aragón y Murcia. En total, en 2005 se registraron 12.883 abortos en gestantes de 15 a 19 años (en 2004 fueron 11.677).
Tres de cada diez jóvenes, sin embargo, continúan con el embarazo, bien por razones religiosas o por un explícito apoyo familiar. Algunas se han convertido en hijas-madres dentro de su propio hogar: madres que dan el pecho o el biberón a una diminuta criatura aún más fragil que ellas, y a la que cuidan con tesón determinadas horas del día. Sólo unas horas. Porque además de ser madres, son hijas adolescentes. Como la madrileña Vanessa (nombre supuesto): interrumpió el bachillerato hace tres años, a raíz de la gestación de su hijo, se planteó trabajar como camarera cuando nació el bebé y, ahora, con más realismo, ha vuelto a estudiar para acceder mejor al mercado laboral.
El horario de la academia y las escapadas de los viernes con su pandilla le han convertido de nuevo en la adolescente que no ha dejado de ser aunque la bolsa de los pañales le acompañe en sus salidas al parque con el pequeño. Mientras, sus padres cuidan y en cierto modo crían, a su nieto-hijo. Vanessa ya no está con el medio novio del instituto con el que tuvo la criatura, y su familia lo celebra. Como pareja no tenían futuro. Como madre soltera amparada por sus padres y hermanos hasta que pueda independizarse, sí.
Se trata, en principio, de embarazos no deseados. “Entre los 14 y 20 años no suelen tener relaciones estables ni practicar sexo de modo regular”, indica Ana García Mañas, responsable del Centro joven de Anticioncepción y Sexualidad de Madrid (CJAS). Por eso mismo, muchas cometen la imprudencia de tener relaciones sin protección. No es extraño que esa gestación llegue después de su primer o segundo coito. Y que tome posesión de un cuerpo inmaduro en lo físico y en lo emocional.
La psicoanalista Laura Kait llama la atención sobre el término “embarazo adolescente”, es decir que “adolece” de lo requerido. “Es más que discutible que un bebé pueda llenar carencias o ayude a madurar. A un hijo hay que ayudarlo a crecer. Si la madre es inmadura o está desamparada, nadie ayuda a nadie. No se puede ayudar desde la impotencia”, afirma.
La psicoanalista conoce bien esa doble orfandad: la de madres solas y casi niñas que traen -o no traen- al mundo hijos que a veces nacen ya huérfanos. Laura Kait ha trabajado varios lustros primero en residencias de menores de la la Diputación de Barcelona, y más tarde para la DGAIA (Dirección General de Atención a la Infancia de la Generalitat de Catalunya). Durante ocho años su labor se centró en una residencia maternal que acoge a chicas embarazadas. En este centro suelen convivir de modo temporal unas quince gestantes o madres.Kait vuelca diversas historiasde estas chicas en Madres, no mujeres. Son historias reales aunque anónimas. La mayoría carece de recursos, sufre trastornos psicológicos o forma parte de familias desestructuradas que, de una manera u otra, las han expulsado de su entorno. ¿Qué salidas tienen? “Si la joven no puede hacerse cargo ni de ella misma, no podrá hacerse cargo de otro”, señala la experta.
En la residencia se les prepara para el mercado laboral y para ser autónomas, pero los servicios sociales analizan si serán capaces de cuidar a sus hijos. Saber lo que quieren es ya un triunfo; saber lo que pueden es otro reto, explica Kait al concluir: “Sólo una de mis pacientes pudo recuperar a su hijo tras dejarlo durante dos años en una institución”.
Solas y vulnerables
“Solas, vulnerables, y algunas terriblemente románticas”. Ése es el perfil de madre adolescente que traza Rosa Ros, médico del centro de asistencia juvenil de Barcelona. El 70% de los que acuden al centro son chicas. Por origen, el 9% son extranjeras. Ros cree que la presencia de personas de otros ámbitos introduce matices en las relaciones juveniles. “Por un lado, vemos a chicas en dificultades a las que se han vedado los anticonceptivos y que, ante un embarazo, dicen que en su país o en su familia no se acepta el aborto. Por otro, adolescentes españolas educadas en la igualdad seducidas por chicos de otras culturas, a veces mayores que ellas, y de modales suaves, que sugieren que quieren ser madres porque ‘él quiere un bebé’ y ellas están enamoradas” añade.
¿Fantasías o rebrote de la maternidad? “El embarazo adolescente no deja de crecer, lo que demuestra que estar informado está a años luz de estar formado”, apunta Kait. “Es paradójico que a la vez que se hacen campañas a favor de los anticonceptivos, a los críos se los llena por doquier de imágenes eróticas. Sin olvidar que el valor reinante es tener, tener y no importa qué. Una cría que se siente sola e impotente siempre podrá tener algo, por ejemplo: un hijo”, reflexiona.