Un grupo de mujeres inmigrantes aprenden a cocinar tapas típicas leonesas como salida a una espiral de trabajos sin contrato y orientados al servicio doméstico o el cuidado de mayores. Así encabeza el Diario de León la noticia del inicio del taller de tapas para inmigrantes que comenzó ayer en la sede de nuestra fundación, a continuación os ofrecemos el artículo completo.
-¿Volver a mi país? Si acaso de paseo.
-Con ese presidente que tenéis, que quiere ser otro Castro.
-Pero si no nos deja salir a pasear.
-República Dominicana tiene una economía muy pobre, pero de paseo puedes salir cuantas veces quieras.
-Cuba cambiará.
Siguen la conversación cincomujeres. Una es venezolana, otra angoleña, hay dos dominicanas y una última es ecuatoriana. Se han encontrado en un curso de tapa leonesa orientado a mujeres inmigrantes convocado por la asociación Isadora Duncan de León (www.isadoraduncan.es).
Todas cuidan ancianos, «un trabajo que no quieren hacer los españoles», comenta Rosa. Incluso la que más tiempo lleva en España, que es la senegalesa Lourdes, con 27 años de estancia, continúa atendiendo a un nonagenario.
La espiral del rol establecido que somete a los inmigrantes a trabajos ingratos no les ha dado tregua. Por eso creen que aprendiendo a cocinar la especialidad gastronómica típica de León optarán a trabajos mejor remunerados y cotizando, puesto que en la mayor parte de los casos no tienen contrato de trabajo.
A media tarde, el apetito está en plena forma. La clase huele a patata cruda y aceite caliente. No es difícil adivinar que en el primer día del curso se aprenderán a cocinar las infinitas variedades de tapas que tienen a este tubérculo como ingrediente principal.
Al final de la clase, conocían prácticamente todos los estilos de tapas que se sirven en el Barrio Húmedo. «En este curso se van a pringar porque todas las participantes van a estar con las manos en la masa. De eso se trata», explica Esther Fernández, colaboradora del Centro de Día para Inmigrantes.
La profesora, trabajadora en la hostelería leonesa desde hace años, les enseñará a hacer brochetas de lomo y de chorizo, sopas de ajo, croquetas de todo tipo y un largo listado de aperitivos que les pueden llevar a cualquier cocina de la ciudad.
«Y si no sale nada, también es una forma de enriquecerse. Yo ya hace tiempito que trabajo en hostelería», dice conformista la dominicana María Ysabel. Pero también lo es de enriquecernos. Quién no quiere probar, por ejemplo, caldo con un toque angoleño o una brocheta de cecina y piña costarriqueña.