Principales problemas

Las ma­dres sol­te­ras en su ma­yo­ría se en­fren­tan a una se­rie de pro­ble­mas y di­fi­cul­ta­des de los que en oca­sio­nes no son muy cons­cien­tes y que im­po­nen se­rias li­mi­ta­cio­nes a su in­te­gra­ción so­cial y a su desa­rro­llo per­so­nal.

So­bre­car­ga

Las ma­dres sol­te­ras asu­men en so­li­ta­rio las fun­cio­nes pa­ren­ta­les, las ta­reas do­més­ti­cas, las res­pon­sa­bi­li­da­des en la edu­ca­ción y el pe­so de ser la úni­ca fuen­te de in­gre­sos de la fa­mi­lia, lo cual provoca que fre­cuen­te­men­te se sien­ten des­bor­da­das. Ge­ne­ral­men­te es­ta so­bre­car­ga de ta­reas las con­de­na a la au­sen­cia de vi­da per­so­nal y por tanto a la desaparición de cualquier recompensa emocional positiva en otro rol que no sea el de madre; como compañera, amiga, pareja, etc.

So­le­dad

La si­tua­ción an­te­rior les im­pi­de de­di­car un tiem­po a la vi­da per­so­nal y so­cial que les permita establecer un número satisfactorio de relaciones de calidad que puedan funcionar como apoyos para ellas, y con­tri­bu­ye a su ais­la­mien­to ge­ne­rando sen­ti­mien­tos de so­le­dad y aban­dono. Ade­más, uno de los te­mo­res prin­ci­pa­les de mu­chas ma­dres sol­te­ras es que no les sea po­si­ble reha­cer su vi­da afec­ti­va en pa­re­ja por tener ya un/a hi­jo/a.

De­pen­den­cia

Es muy común en estos tipos de familia, que sea la familia extensa la que tome las riendas de la situación, especialmente si hablamos de madres muy jóvenes y adolescentes que quizá no hayan alcanzado el nivel de madurez suficiente para hacer frente a un reto tan complejo como es la maternidad en solitario. Por eso vemos que en muchas familias son los abuelos los que ejercen la autoridad y los que toman las decisiones importantes respecto a la crianza de estos menores. También se puede llegar a crear un vacío de autoridad en el que los todos los miembros de la familia extensa se sientan legitimados para opinar y decidir respecto a esos menores, ya que están ayudando a su madre. En los casos más graves estas madres aguan­tan el mal­tra­to y la hu­mi­lla­ción de quien les pro­por­cio­na un lu­gar don­de vi­vir y los me­dios pa­ra sub­sis­tir, con lo cual su vi­da se con­vier­te en una vo­rá­gi­ne de acon­te­ci­mien­tos en los que se ven im­pli­ca­das sin de­ci­dir nun­ca por sí mis­mas.

Ba­ja au­to­es­ti­ma

Los puntos anteriores suponen importantes factores de riesgo a la hora de mantener un bajo nivel de autoestima puesto que resulta realmente difícil experimentar un estado de ánimo positivo cuando no existe un equilibrio entre obligaciones y gratificaciones o cuando se tiene la sensación de falta de control sobre la propia vida. Esto hace que emociones negativas como la culpa, la vergüenza, el enfado, etc. estén muy presentes.

Es­tig­ma­ti­za­ción

En la actualidad se tiene mucho más aceptado y asumido que existen distintos tipos de familia y que esa diversidad  es sana y positiva puesto que recoge de forma mucho más certera las distintas realidades en nuestra sociedad escapando del modelo de familia tradicional o nuclear que en otras épocas se entendía como la única opción posible.

A pesar del avance, las madres solteras, aunque en formas más sutiles, siguen cargando con cierto estigma puesto que todavía se las considera en el imaginario colectivo como mujeres inmaduras, irresponsables, sin apenas estudios, impulsivas, incapaces de mantener relaciones de pareja, etc.

Des­em­pleo

Ser mu­jer y te­ner car­gas fa­mi­lia­res cons­ti­tu­yen dos de las ma­yo­res di­fi­cul­ta­des pa­ra con­se­guir un em­pleo ac­tual­men­te en nues­tro país. Las ma­dres sol­te­ras tie­nen la ne­ce­si­dad de tra­ba­jar pa­ra po­der sub­sis­tir, sien­do la úni­ca fuen­te de in­gre­sos de su fa­mi­lia, pe­ro tam­bién tie­nen los ma­yo­res pro­ble­mas pa­ra la con­ci­lia­ción de la vi­da fa­mi­liar y la­bo­ral por es­tar so­las en la crian­za de los/as hi­jos/as.

 Ries­go de ex­clu­sión so­cial

To­dos es­tos fac­to­res que aca­ba­mos de men­cio­nar con­lle­van un ma­yor ries­go de ex­clu­sión so­cial y por tanto a una ma­yor ne­ce­si­dad de apo­yo eco­nó­mi­co, de em­pleo, de vi­vien­da, de co­rres­pon­sa­bi­li­za­ción en ta­reas fa­mi­lia­res, de los ser­vi­cios de apo­yo fa­mi­liar, de cul­tu­ra y de edu­ca­ción.

Educación de hijos/as

Estos problemas pueden provocar que las madres solteras en muchas ocasiones lleguen a adoptar ciertas tendencias negativas respecto a la educación de los menores. Las más frecuentes son:

  • So­bre­pro­tec­ción: la sobrecarga de tareas y la falta de apoyos genera una necesidad de vol­car­se tan­to en las/os hi­jas/os  que puede lle­var a ac­ti­tu­des de so­bre­pro­tec­ción que en oca­sio­nes fun­cio­nan co­mo me­ca­nis­mo pa­ra com­pen­sar otras carencias.
  • Om­ni­po­ten­cia vs. im­po­ten­cia: pue­den exis­tir dos es­ti­los de pen­sa­mien­to y com­por­ta­mien­to opuestos en re­la­ción con la asun­ción de las res­pon­sa­bi­li­da­des pa­ren­ta­les. Que van desde querer hacerse cargo de todo (lo cual termina generando un gran estrés), hasta de­legar en otros familiares dejando que asu­man por completo la edu­ca­ción de su hi­jo/a.
  • Per­fec­cio­nis­mo: Fun­cio­na en oca­sio­nes co­mo un me­ca­nis­mo de com­pen­sa­ción del error co­me­ti­do: tra­tar de ser la me­jor ma­dre del mun­do pa­ra así de­mos­trar (a sí mis­mas y al resto) que a pe­sar de ha­ber­se que­da­do em­ba­ra­za­das sin desear­lo, son ca­pa­ces de ha­cer­se car­go de la si­tua­ción sin de­pen­der de na­die o sin pe­dir ayu­da.