Hoy se celebra el Día Internacional de “Las Familias”, familias en plural, es decir, caben todas, aunque hay una que arrastra una losa de la que solo se salva una parte muy pequeña del colectivo, las familias monoparentales, a las que nos han visto desde tiempos inmemoriales con sesgo de exclusión social y pobreza.
Nosotras hemos pasado de ser invisibles a la exposición permanente y en esta transición también entró en juego el lenguaje o la semántica, como quieran ustedes.
¿Qué ha sucedido con esta visibilización extrema? No ha cambiado nada, seguimos siendo las pobres, incultas y con escasos estudios y formación, lo que genera cierta violencia institucional cuando una madre necesita alguna demanda de las administraciones publicas.
Acompañé a una monoparental que sufre una extraña enfermedad degenerativa, al Centro Base de la JCYL para que se valore su grado de minusvalía.
Para emitir el informe, la entrevistó una trabajadora social, con el sesgo de exclusión social con el que se nos ve, comenzó la entrevista recabando datos de sus padres; nivel de ingresos, propiedad de la vivienda habitual, etc…Pasados unos minutos, le tuvimos que aclarar que esta madre y su hijo, formaban una familia propia y autónoma, que bastante desgracia tenía, cuando debido al agravamiento de su enfermedad, había tenido que volver a vivir con sus padres, para tener atención tanto ella como su hijo.
La funcionaria se dio cuenta en ese momento de que no la estaba tratando como a una madre independiente, sino como hija, acto seguido, lo primero que le salió fue ¿y el padre? (la madre pertenece al grupo de madres solteras con otro progenitor) la contestación de la madre fue,“lo crío yo sola, no recibo pensión de alimentos, no recibo prestación económica alguna por descendientes a cargo y tampoco quiero nada de ese señor como para judicializar mi vida”.
El estereotipo se acentúa con el tono que adopta la funcionaria a la hora de preguntar, ¿cómo va el niño en los estudios? dando a entender que espera lo que se dice de nuestras familias, que va mal, pero ella responde “unas notas excelentes, es un cerebrín”, y ¿tú que estudios tienes? “la ESO y Bachillerato”, ¿Cuánto has trabajado? “Si usted se fija en mi expediente, actualmente estoy de baja por enfermedad, pero ya tengo cotizados 20 años a la Seguridad Social, y creo que para 37 años que tengo en la actualidad, no está nada mal”. Ante nuestra atónita mirada, la respuesta de la funcionaria fue: “para qué quieres este certificado de minusvalía, no te va servir para nada, ya que no te van a dar una pensión”, ante lo que la madre respondió: “Cómo que no vale para nada, en primer lugar, para encontrar un empleo que se adapte a mi nueva situación, tanto física como mental. “He venido aquí a reclamar un grado de minusvalía, no a pedir ninguna pensión, ya que tengo muy claro quién me puede conceder una pensión contributiva, en caso de que la necesite, la Seguridad Social, que es a quien estoy cotizando desde hace 20 años”.
Así hoy no es el día de todas las familias monomarentales, solo de algunas, todo depende del trozo del colectivo que te toque
María García, presidenta de la Fundación de Familias Monoparentales Isadora Duncan