El pasado 1 de marzo, tuvo lugar en Bruselas la primera reunión de trabajo del programa europeo DAPHNE sobre Ciberacoso, en el que Isadora Duncan participa junto a las organizaciones europeas COFACE, Gezinsbond (Bélgica), ASGECO (España), CWSP, (Bulgaria), KMOP (Grecia), Kek Vonal (Hungría), Väestöliitto (FInlandia) y BeatBullying (UK).
Esta 1ª reunión sentó las bases sobre las futuras actuaciones y sirvió para intercambiar experiencias sobre esta problemática y la manera en que afecta a los distintos países de la UE.
El ciberacoso o cyberbullying tiene varias definiciones “oficiales”:
Según la Comisión Europea, “El cyberbullying es el acoso reiterado, ya sea verbal o psicológico, llevado a cabo por un individuo o grupo contra otra persona. Puede tomar muchas formas: burlas, insultos, amenazas, rumores, chismes, “happy slapping” (asaltos grabados en vídeo y difundidos), comentarios desagradables o calumnias. Los servicios interactivos (correo electrónico, salas de chat, mensajería instantánea) y los teléfonos móviles han dado a los matones nuevas oportunidades y formas con las que abusar de sus víctimas“.
En los Estados Unidos, The National Crime Prevention Council define la intimidación cibernética como “el proceso de utilización de Internet, los teléfonos móviles u otros dispositivos para enviar o publicar textos o imágenes destinados a herir o avergonzar a otra persona“.
Con la difusión cada vez mayor de las tecnologías móviles con acceso permanente aInternet, junto a la sensación de anonimato y la dificultad para exigir la rendición de cuentas en la red, el acoso cibernético afecta a un número cada vez mayor de personas, incluyendo niños y niñas, adolescentes e incluso al propio profesorado.
El ciberacoso está recibiendo cada vez más atención de los medios de comunicación, políticos, empresarios y la sociedad en general.
- Las consecuencias más trágicas del ciberacoso, como los suicidios de adolescentes, han llamado la atención de los medios de comunicación y alarmado a la opinión pública.
- Los padres están preocupados por el acoso a menores a través de los teléfonos móviles.
- Los profesores están bastante perdidos cuando se habla de su papel y responsabilidad contra los actos de ciberacoso que ocurren fuera de la escuela, y temen que el acoso cibernético pueda perturbar el normal funcionamiento de las clases y provocar el abandono escolar.
- Por último, los niños, niñas, y adolescentes se sienten impotentes cuando se enfrentan al ciberacoso, y con frecuencia reaccionan de forma contraproducente, agravando aún más las nefastas consecuencias de este fenómeno.
Aunque el alarmismo no ayudará a resolver el problema, está claro que hay una serie de medidas que se pueden adoptar para cada colectivo afectado: leyes nacionales e internacionales, normas escolares, capacitación de docentes, campañas de sensibilización y empoderamiento para menores y padres, etc…